Maribel llegó sola.
La historia que deduje de sus ojos.
Maribel llegó sola.
Pero no del todo.
Maribel pudo dibujar al frente un sueño esquivo, que hoy en día aún está buscando. Como también busca en su recuerdo aquello que la nostalgia no le permite olvidar y lo hace puño, lo traslada al sueño, aquel que en algún momento pareció ser suyo, pero no lo es, no es más que una mártir de una historia que necesitaba ser contada de otra manera.
Habla de una vida dura, alejada y remata con el pesar de estar perdiéndoselo todo para poder darlo todo. Maribel llegó sola y a lo que vino. Maribel es una mujer valiente que desafió a los hombres, al suelo, a las banderas y las fronteras.
Maribel se inmoló persiguiendo un bienestar, que ella misma no tiene, pero que seguro alguien más tendrá, que con el tiempo podrá contar la historia nuevamente, alguien que pueda elegir libremente lo que quiera ser.
Hoy Maribel es, aquellas historias que le contaron, la marca del alambre y el sueño trunco del cuento americano.
Hoy Maribel extraña Puebla, su Puebla, aunque nada esté ya en el mismo lugar. A Maribel una estaca le puebla el corazón.
Ella salió después de mucho remar. Ella eligió no volver. Pasaron 25 años. A ella la eligieron para no volver. Fue la elegida. Para no volverse en contra del bienestar de todos. Maribel provee aunque a ella le falte todo. Y ese faltarle todo la llevó a que faltara menos.
Aquí en este lado de la frontera la vida es escasa, corta y prestada. Un dolor de muelas borra de un plumazo el sueño de volver, todo es frágil, el puente es frágil. Hay quienes se van sin querer irse y está Maribel. Ella atiende su kiosko, solo el suyo, no le interesa ningún otro. Le apetece abrirlo y nunca cerrarlo.
Al final vino escapando, como la monja en el convento, que toma la posta de dios y se esconde de la vida para siempre. ¿Quién es tu dios Maribel?¿A quién respondes? Escapó de dios, de México y de su propia vida. Ya no sabe si odia o gusta que le discriminen, que la invicibilicen y sentirse menos es un país donde el mal es una regla.
Maribel cuenta su historia como puede y recuerda a su madre, a su padre y a sus hermanos. Habla de Puebla. Menuda catafixia, New York por Puebla, no, mejor viceversa.
El sueño no es suyo, el deseo no es suyo y solo sabe que hace lo que hace porque debe de hacerlo, eso le enseñaron, a perderse en el camino pero también a nunca cansarse. Retroceder nunca y dejar de enviar, menos. Jamás.
Por Guillermo Simonini
20/11/2025



